23 de septiembre de 2007

Moteles 1

¿Qué te inspiraba?
Flotaba sobre el jacuzzi. 30 centímetros de altura. Calor acariciando su cuerpo, agua meciéndolo suave, de pronto el mundo podía dejar de ser y todo se derretiría.
Ojos cerrados, tiras de cabello, desnudez ansiosa, tímida, vergonzante pero burbujeante, encendida, como en ebullición.
Un chorro de agua en la cabecera de la bañera cosquilleaba sus dedos, chocaba con sus uñas, resbalaba por los dedos rápidamente, fluía por toda la mano.
¿Qué te inspiraba?
La luz solar entraba por la ventana - con marco de aluminio café -, iluminaba el inhodoro, iluminaba la puerta, iluminaba el agua.
La cabeza metida hasta el fondo, chocando con el piso, obligada a quedarse pegada al suelo.
Agua tapando los oídos, agua entrando por las fosas nasales, agua tapando los pies y dejado al descubierto los dedos de los pies, agua atrapada entre los puños, agua cortando la respiración. Agua ahogángose.
¿Qué te inspiraba?
La mano en el tobillo, arañándo la pierna izquierda, deslizándose en espiral sobre la rodilla, anudando hilos invisibles sobre el muslo. Rasguñándose el cuello.
Agua y piel.
60 centímetros y su cabeza ya no puede mantenerse pegada al suelo.
Agua burbujeante.
Tos.

17 de septiembre de 2007

Hoyitos por todos laditos

- "Este es un antiséptico que también utilizo como lubricante (ay, Dios, ya viene). ¿Ya te has perforado antes? (asentimiento) Entonces ya te la sabes, puedes comer lo que quieras mientras tengas higiene en tu boca".
Miau!!! Sí que me dolió, mucho más que la primera vez que sentí el metal atravesando mi lengua, o aquella vez en que por segunda vez, luego de una disputa paterna (¡Quiero que te quites esa chingadera!), debí retirar el piercing de mi lengua y conté con la alcahuetería de una muy buena amiga. Total que ni la primera ni segunda ni la tercera perforación en la lengua (parecerá un escurridor de cocina, decían) me dolió tanto como esta de mi labiecito.
Pero acá anda y cada día nos sentimos mejor.

11 de septiembre de 2007

La Perfección

Quise encontrar la perfección en las hojas gastadas de un libro,
en una lengua caliente,
pálida de asombro,
palpitante,
feroz,
descrita entre papilas,
cantate de musculos
y aquí vamos los dos.

Quise encontrar la perfección en el silencio,
en fatídicas historias de amor,
en un sorbo solitario de tequila,
en un hechizo sin gritos,
sin ansias,
sin desesperación.

Quise encontrar la perfección en una taza de café,
entre luces de carpa, animales, algodones y una canción,
en labios ausentes,
en un tiempo de dos que se trozó.

Pude encontrar la perfección en una sonrisa,
en la solitaria caricia de un llanto vespertino,
en un centímetro cuadrado de mi memoria,
en donde fuera un juego de dos.

Y cuando estaba condenada a vivir en la perfección
justo apareció la imperfección:
Ignorante de mi sol.
Miserable de caricias.
Patético peón de mentiras.
Elegante de decisión.
Rápido.
Fácil.
Encantador.
Casi dueño de mi.
Trepidante.
Oh, sí, oh.

Quise así porque me lo dijeron:
"Existe un mundo perfecto", dijeron.
Con manos entrelazadas haciéndose el amor,
con silencios masticando suertes definitivas,
con un camino rodeado de cielos aterciopelados
y de azul pintados,
con algún que otro arcoiris
y un sol no-enceguecedor
sino sonriente y hospedero,
tibio, cantor.

Quise con el mundo perfecto,
con la vida rosa,
con el sentido de verdad.
Quise pero mejor no.

9 de septiembre de 2007

Hacerte el amor

Hacerte el amor con el volante detrás,
oler tras tu oreja, besar tu cadera,
morder el dedo más pequeño de tus pies.

Hacerte el amor furiosa,
sentir tu sudor en mi vientre,
aferrarme a cada milímetro de tu piel.

Hacerte el amor drogada,
subirte, besarte, gritar alucinada.
Correr mil kilómetros,
morirme de sed
y encontrarte esperando,
ansiando tenerme otra vez.

Hacerte el amor de cabeza,
convertirme en un juego demente,
mirar tus lunares,
esos pelos tuyos inquietantes
y aquellos lugares vedados a ojos holgazanes.

Hacerte el amor despacio,
vendados los ojos, usando las manos,
la lengua, la boca, los labios,
talones y uñas,
caricias y callos.

Hacerte el amor en pleno aguacero,
ahogarse de tiempo, de insomnios y besos,
ahogarse en susurros,
en instantes y fuego,
ahogarse en naufragios de almas ahogadas
ahogarse y nadar para escapar de la nada.

Amores, dioses y calma

Cosmos desierto, Venus abierta
es la delicia del néctar que sale de dentro
de tu búsqueda en mí
de la sed que sacio yo en ti.
El cielo al descubierto
miradas en medio de un concierto
es la melodía la cópula
que concreta la verdad de nuestros cuerpos
de tu ternura atrapada entre mis pechos
de tus dedos anudando mi corazón resuelto
y nuestros muslos en la mitad del convenio
Cosmos estrellado, Venus dilatada
es la danza de unos labios desérticos
de tu presencia que al Edén de mi cuerpo quiere entrar
que adora rodear tu piel con calma
para adentrarse aún más
untar con miel tus venas
desencajar cada hueso tuyo
ser el inicio de la Vida
ser la que te penetre
y que seas tú quien se colme de mi muerte.
Es el lecho que perfumado se deleita
y entrama un solo pensamiento:
estar los dos siempre así
ahogados, perdidos, derramados,
saciados del uno al otro sin fin.

5 de septiembre de 2007

Tu allá, yo acá

En el término de esta historia,
en el trance de un reflector,
en las luces rojas traseras,
en la avenida mojada,
los circulos blancos,
en esta vomitiva y ridícula intersección.

En las venas trozadas y destrozadas,
en el ahogo de lágrimas que ya no saben de dónde son,
en el mareo del degüello de tanta semántica,
en ese momento justo que fue, no será y nada vale ya.

(En ese estremecimiento tuyo que no sabe dónde va,
en ti que ignoras lo que te duele,
en ese cinismo de tus ojos haciéndome el amor
-tu crees que no lo sé pero conozco perfecto el tamaño de tus pupilas cuando haces el amor-).

En mis intestinos destrozándose,
en la sonrisa falsa, en la cuenta hasta 10 forzada,
en la caricia pervertida,
en tu sueño voluble y tanta pinche contradicción.

¿Y en qué termina todo esto?
Tu presente vaciado en una noche igual de vacía a la de hoy,
el desperdicio de tus desvelos y mi pasión,
el gozo del cielo santo y el atajo urgente,
las pieles que de lejos se acercaron
y hoy empezaron a destrozarse,
los perros que odian los paseos de las tardes soleadas,
los atardeceres calientes que aman el olor de la intimidad.

Quédate con tus uñas
que yo me quedaré con mi mordida nocturna
y mi pedazo de verdad.


4 de septiembre de 2007

sin título

Fuiste esperanza y algodón,
un tejido de palabras,
una historia sin tiempo deshilvanada.

Fuiste una luz que todo iluminó,
que me llenó de espasmos la historia épica,
de idas y venidas sin decoración.
Te volviste ritmo callado,
visitante profundo,
milagro de segundos en carmín marcados.

Y sólo ayeres y mañanas,
imágenes latentes,
cepillos de dientes y tazas de baño.

Entonces la implosión vino de una sola palpitación,
de aquella primera mirada de deseo,
de esta terca imaginación.

Ahora el canto de sirenas.
Largos orgasmos.
Muerte de juerga.
Notas circenses y fosforescentes.