27 de julio de 2009

Las brujas

No mamaaaars...!

No había pasado ni una semana de que me espanté con la historia esa de la niña de las crayolas de Expansión cuando resulta que se me aparece la bruja.

Sí, tal cual. Así como dicen. Como luces. Como bolas de fuego.

Pueque no lo sea, pero a juzgar por las fotos una "fuerza demoniaca" estaba tras eshooo... dun, dun, dun, dun... dun, dun, dun, dun.

Les contaré la historia:

Era una linda tarde de domingo. Aldebarán se había aprestado a llevarme a pasear por las rutas del norte del edomex (Lago de Guadalupe) pa' que yo conociera las enoooormes casas (por no decir residencias) en las que nunca viviría (a menos de que me vaya de mojada o de migrante a las Francias). Total que después del recorrido arquitectónico -donde no faltaron los: "me gusta ésta", "qué patio más grande", "esa está fea pero si me la regalaran obvio no le haría el feo"-, fuimos a admirar el hermoso panorama que ofrece el Lago. Lindo, lindo. Grandote, con harta de la vegetación y patos que salían y se metían constantly en la guater. No habíamos terminado de degustar un suculento sushi de $65 del Walmart (jua jua) cuando comenzó a llover y debimos correr a guarecernos a Blue (el auto increíble). Estábamos en la plena conversación a eso de las 8pm cuando pensé: tomaré fotografías nocturnas. Entonces vimos murciéGAlos, luciérnagas y lindos animalillos del bosque.

En eso estábamos -en las fotos- cuando de repente ví unas luces raritas.

Así fue la conversación:
Sandra: ¿qué es eso?
Aldebarán: ¿qué?
S: Esas luces rojas que se ven junto a ese árbol
A: ¿Cuáles?, no veo nada.
S: Esas, las que están junto al árbol.
A: A ver, contemos. Primera, segunda, tercera...
S: Cuarta, quinta... Las quintas. ¿Las ves?
A: ¿Contaste desde la luz que está en medio de los árboles?
S: No, a ver, contaré desde ahí. Las sextas, son las sextas.

Y ¡zas! que las ve. No mames.

Eran unas luces rojas, en efecto, (las luces de fuego son amarillas) que parecían no tener una fuente de luz de la cual encenderse pues así como se prendían repentinamente en un segundo, así se apagaban. Pa'terminarla de chingar era como si "la(s) bruja(s)" estuvieran bailando, pues se movían como en círculos. Según nuestras deducciones cuando se mueve una antorcha de fuego lo más común es que deje un haz de luz; y no, éstas no.

Aparecían y desaparecían.

Y yo: No mames, vámonos.
Y él: No, no, quiero ver qué son.
Y yo: No, no, no manches. Se están acercando.
Y él: Tómales una foto.
Y yo: ¡Nooo! ¡Yaaa! Ya vámonos, xfa.

Y el ruego duró como 5 minutos hasta que por fin accedió el señor.

Las fotos que tomé cuando quisimos descubrir bien qué era la cosa esa salieron súper vibradas. La que sí salió más o menos bien fue la que tomé unos segundos antes de darme cuenta de las luces...
Y aquí está.
Ñaca ñaca...
Este es un leve acercamiento a las luces que nosotros vimos rojas.


Aquí se ven las caras que alcancé a ver cuando veníamos de regreso. Espantadísimos.


Un acercamiento mayor permite ver simpáticas carillas con cuernillos . Jua jua.

19 de julio de 2009

Me gusta...

Me gustan las galletas de chocolate. Incluso tengo una marca favorita. Odio las de vainilla y nuez. Guácala. Las de chocolate son la neta. Aunque queden residuos café oscuro entre los dientes.

Me gusta mirar a los niños pequeños desconocidos. Me gusta más cuando me sonríen. Odio a los que lloran. Gritan y hacen espectáculo. Son insoportables. Yo soy insoportable. Debería hacer espectáculo.

Amo El diario de Bridget Jones. Soy fan de la Renée Zellweger "gordita", solterona, loser y autocompasiva. Conozco a más de tres que aman esa peli. Sí, sí, es para cursis y desesperanzadas. Soy cursi y estoy desesperanzada. Ellas también.

Me gusta mirar la luna llena, o media, o menguante. Me gusta la luna. Me gusta imaginar que es mi cómplice. La luna es una y es mujer, y brilla. Tal vez de ahí venga la complicidad.

Me gusta ver la noche fuera de tu auto desde adentro. No hay frío, no hay ruido. Sólo yo sentada sobre tus piernas, con tu brazo izquierdo en mi espalda y el derecho en mi rodilla, recargada mi cabeza en tu pecho, acariciándote la nuca...

Me gusta el té helado. El agua de jamaica. Me gusta la leche caliente con quick y el café de olla con piloncillo. Odio el sabor a metal que te deja la coca cola en los dientes. La leche fría y sola sabe horrible. Me gusta el SKYY mientras viajamos en la carretera y esperamos pasar por el Km 31. Odio el mezcal. Me hace vomitar su sabor a gasolina y recuerdos universitarios.

4 de julio de 2009

Cero seducción

Soy la mujer menos seductora del mundo.
¡Es la verdad!, nunca me he considerado una "de esas". Es más, ni siquiera conozco el significado de la palabra "seducción", menos aún el del arte y efecto de "seducir".
Soy demasiado campechana, demasiado escuincla, demasiado poco interesada en andar explotando mi sensualidad, más aún, demasiado ¿sincera? como para andar engañando CON ARTE Y MAÑA a cada paso que doy.
Lo mío no era andar pensando en el específico tono de voz, en la determinada manera de hablar, en la adecuada mirada, en la muy característica forma de caminar con zapatillas mientras mueves las caderas y el cabello y todo a la vez, en el significativo modo de mover los labios (como hacía cierto individuo que cómo me encantaban sus maneritas de mover su sensual boquita)...
Queda menos qué decir de mis moditos de vestir. Soy una fodonga.
¡Demasiado complicado!
Sin embargo, todo parece indicar que debo comenzar a serlo. A ser seductora. A transformarme con vistas a ser sexy e interesante. Pero que quede claro que el propósito último no será el de obtener una relación sexual, como dice la RAE, sino sólo el de cautivar para permanecer distante.
¿Por qué?
Pus nomás porque ya me cansé de ser "buena onda".

1 de julio de 2009

Neurótica, egocéntrica e impulsiva

Hace mucho que no escribo poesía. A veces me entra la necesidad, pero luego resulta que no hay rimas. Tampoco historias. Quizá quedé curada de espanto de contar lo mío y de que me juzgaran. Tal vez lo que necesito es dejar de escribir mi vida. Anuar sigue diciendo que tengo que decir la verdad. Adrián sigue diciendo que debo dejar de escuchar a los demás.

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Hace tres días me volvió a salir un estúpido herpes (fuego) bajo la nariz, arribita del labio. Me dio muchísima comezón desde el inicio; nada que el Aciclovir no pudiera detener. La última vez que me salió evitó que besara a mi ex durante más de una semana. La relación terminó unos días antes de que el herpes decidiera irse. Hoy es día en que no puedo recordar el último beso de mi ex.

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Van como 5 veces que pasa por mi cabeza el serio pensamiento de dejar las clases de francés. Cuando estoy por tomar la decisión última de decir "Au revoir" resulta que paso el examen mejor de lo que imaginé. La cosa es que las clases matutinas no son lo mío, menos ahora que duermo más de lo que cualquier día pude. Soy fan de mi cama. Más aún de mi cojincito antiestrés.

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He creído estar enamorada en muchas ocasiones. En ésta última la confusión me aqueja. Quizá porque ahora sí estoy cuestionando el sentimiento del amor, el del apendejamiento y el de la calentura inusitada (¡ay!). La doctora psicóloga hizo fuertes declaraciones al respecto: dijo que las personas se relacionan por sus patologías. Es probable que tenga razón y el sujeto en cuestión et moi estamos igual de enfermos. Por eso nos aguantamos todo.

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Últimos diagnósticos psicológicos (que ya había adelantado el ex):
1. Que soy una neurótica. Ah! pero lo que él no sabe es que estoy a nadita de pasarme del lado de los psicóticos.
2. Que soy egocéntrica. Además ella agregó -por tan sólo 50 pesos la sesión- que soy violenta, mediocre e inestable.
3. Que mi impulsividad es la madre de todos mis problemas. Y como no pienso en las consecuencias ni me imagino en la situación...

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Otra vez la pila de la compu se acaba.
Y muero de sueño.

Quisiera dormir 12 horas, calientita, con su cuerpo tras mi espalda, su brazo bajo mi cuello y su respiración en la mejilla. Y que ambos despertemos a la misma hora, con el mismo apuro.