23 de agosto de 2009

Ensayos dominicales

_He estado fantaseando con dos departamentos. El primero es maravillosamente céntrico, tiene unas enormes ventanas, está en un tercer piso y la renta no es alta, según mi economía y la de mi roommate. El segundo aún no lo conozco, pero me imagino decorándolo, cocinando y comprándome una tele que nunca veré.

_Llevo un par de semanas planeando lo de la reubicación. Las cosas en mi cabeza se complican cada vez más y he llegado a la conclusión de que alejando mi cabeza de las otras cabezas -o cuando menos consiguiéndole un cuarto separado- todo puede colorearse de un azul cielo maravilloso. Y dejar este gris rata horrible.

_Siempre pensamos que necesitamos un cambio. Para ser felices. Para encontrarnos. Karen se fue a Puebla, Dulce a Xalapa, Flor a La frontera y Nancy a Mérida. Lo bueno es que Pancita está por volver. Marcador: Sandra: 1, interior de la República: 3. Sé que al final ganaré.













_Hoy lloré mucho. Debí hacerlo en silencio. Como en las telenovelas. Igual que las muchachas que se encierran en el baño y lamentan sus penas sin que nadie se entere. Lloré y mis ojos se hincharon y empecé a moquear horrible. En casa estaban mis padres y hermanos. Debí improvisar un pedazo de papel para sonarme y luego salir de mi cuarto como si nada. Ellos no sabrán que lloré. Si otras veces no lo hicieron ¿hoy por qué sí?

_Las mujeres fatales deben estar un poco cansadas de tener cada una un poeta maldito. -¿Maldito poeta?- No por el hecho de ser la musa. Eso les encanta. Lo que detestan es que las recuerden con tanto odio. Con tanta sed de destruir su recuerdo, escupiéndolo. Entonces pienso que sí, vale la pena escribir su historia.

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