2 de abril de 2012

Las verdades del mundo (o Sandra en el país de las maravillas)

Eso de que las revistas de adolescentes son una porquería es falso. No conozco a una sola mujer que de sus 13 a sus 17 años no haya siquiera hojeado una sola. Ni siquiera sé de algún hombre que no lo haya hecho, por curiosidad, por morboso o por lo que sea. La verdad es que nos la pasamos criticándolas pero sí fueron un poco la Biblia de muchas, puede que hasta lo sean más de aquellas que hoy en día lo niegan, si no ¿por qué reniegan tanto de ellas? Porque sí, una cosa es haberlas leído y otras haber seguido al pie de la letra lo que decían, que una no es una total descerebrada ¡por el amor de dios! Y, seamos sinceros, la verdad es que a esa edad lo que menos queríamos era tener a alguien que nos dijera qué hacer, más bien nos poníamos a investigar consecuencias y a descifrar qué era lo menos peor.

Y sí, hay cosas que -a la fecha- recordamos haber leído por ahí. Luego –claro está– descubrimos que lejos de ser consejos para adolescentes eran verdades universales; y que lejos de ser recomendaciones de superación personal eran tesis filosóficas –obviamente– muy –pero muy– digeridas. Por lo menos eso concluí yo después de mi clase de Historia de la Filosofía. Y sí también recuerdo cosas de estas que les digo. Sobre todo eso de ver el lado positivo de las cosas, luchar por lo que quieres y pedirlo con todas tus fuerzas y no soltarlo hasta conseguirlo, ser uno mismo.

Ah, sí, suena a tontería, ¿no? Pues quiero decir que conozco a muuucha gente que es súper negativa, que no tiene perseverancia y, sobre todo, que quiere ser alguien que no es. Tristísimo. (Hay también quienes ni siquiera saben quiénes son pues están llevando una vida basada en todo menos en buscar sus propios desafíos.

Todo este rollo es para pedir un aplauso para todo aquel que ha cumplido sus sueños más fantasiosos. Uno no sabe hasta dónde puede llegar la imaginación. Uno no sabe hasta dónde te puede llevar la vida.

Y el objetivo final sigue siendo sonreír. Aunque no siempre se pueda, aunque te des madrazos de frente. Al final siempre quedará también la satisfacción en la cara. Y una tremenda sonrisota.

P.D. Aunque al final uno siempre –también– debe tener cuidado con lo que desea. Siempre se hace realidad.

No hay comentarios.: