3 de junio de 2010

Amanecí con los ojos hinchados de tanto verte en sueños. De mirar hacia dentro también se cansa. Casi igual que cuando juegas a no parpadear o a mirar el sol.

(Siempre me gustó tu nombre. Sonaba a eternidad, a fantasía, a irrealidad. Tenía poesía, ternura, ingenuidad. Me gustaba pronunciarlo y saber que sólo –siempre– me significaría a ti).

En mi sueño no tenías rostro. Sin embargo hoy amanecí queriendo acariciarte, mirarte de perfil. Tomarte la mandíbula entre mis palmas. Besarte. Me quedé también con las ganas de besarte la nariz.

(Había algo de indecible en tu nombre. La primera vez necesité que lo repitieras dos veces, quizá más. Después me inquietó pronunciarlo. Ahora sé que entre menos lo mencione más conservará lo suyo de quimérico y delirante).

Quiero con los ojos cerrados. Quiero encontrarte. Quiero que juguemos a mirarte. Quiero en el mismo sueño. Quiero también en la vigilia. Quiero con la vida abierta. Encontrarte.

(Tu nombre es laberíntico. Complejo. Eres tú).

Y la noche está por llegar.

1 comentario:

HondaFan dijo...
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