17 de diciembre de 2010

Mi mujer niña, mi niña mujer

¿Qué pasa cuando uno crece?

Tiene que hacerle caso al despertador.
Debe aprender cuál es la llave correcta que permite que uno se bañe con agua calientita.
Entra y sale del hogar 40 veces para cerciorarse de que todo está en orden.
Entiende que no todos los días uno puede tender su cama.
Compra todo lo que quiere durante unos meses... Y después se da cuenta de que no le alcanza para la renta porque toda la quincena va al pago de la tarjeta.
Se hace de un estómago chiquitito; y es que cuando uno crece –pobre– sólo puede alimentarse una vez por día.
Disfruta andar por ahí sin sostén.
Hace todo lo posible por dormir más de 8 horas.
Aprende que tiene que barrer su cuarto para evitar que haya bichos que le piquen la cara.
Lava... o no le queda de otra que ir a trabajar con sus más elegantes garras.
Entiende la importancia del uso del condón. Y de no comer galletas en la cama. Y de no meterse a la boca cualquier cosa que encuentre en su cama y parezcan moronitas de pan (No, moronitas de pan. No tú. De las otras)
Descubre que sólo el 5% de quienes dicen ser tus amigos lo son en realidad.
Entiende que el hombre que está contigo no necesariamente está porque te ama.
Asiente cuando alguien le dice que debe aprender a rascarse con sus propias uñas. Y dejar de rascarse la cabeza porque no le dio tiempo de bañarse.
Ya no llora tan seguido como antes, cuando no era mayor; tan mayor. Y dejaba que la lastimaran.
Deja de soñar con fantasmas antiguos.
Se compra una pera de box para madrear a ese alguien que no se puede madrear en vivo y directo.
Aprende a guardar silencio. A escuchar el silencio. A hacerle cosquillas al silencio. Y a arrullar al silencio.

Y para no chillar.... ¡Todos a bailar!



1 comentario:

Lola dijo...

Ohhh sí que duele SandraLucarioPuntoCom