30 de enero de 2008

Y ganas de flotar

"Ser poeta no es una ambición mía. Es mi manera de estar solo".
Alberto Caeiro



Hay días en que la tristeza me desborda,
me salgo de control,
de mi centro de equilibrio,
de la tranquilidad que antes me llovía como flores en el cuerpo,
cuerpo recostado,
sonriente,
liviano.
¡Eso es!
Antes solía ser más liviano,
ahora la cabeza le pesa y los ojos se le secan
y los brazos se niegan a bailar acompasados como hacían antes,
como esa pintura de Matisse en que los protagonistas bailan sin angustia gravitacional.
Y sonríen.
Y dan la impresión de ser felices.
A veces yo también era feliz y bailaba
y me dejaba guiar por mános ágiles,
por cuerpos sensuales
por fantasías iluminadas de cera
y ya vendrá.
Yo antes también era feliz de a ratos.
Y aunque a veces la sonrisa fingida,
otras explotaba de dientes y labios,
y juegos amables,
y sueños posibles,
y caminar.
Hoy ya no hay voluptuosidad.
Ni extraños destinos clamantes de mi andar.
Hoy sólo enojo y confusión,
y el día siguiente,
y etiquetas,
y el ya llegará.
Hoy ya sólo clandestinidad
y desconocidos llenos de paz,
y envidia,
y venas vibrantes,
y temblar.
Hoy se me llena el espacio de temblar,
de cuerpo afiebrado,
frío,
de difícil pensar,
hoy las preguntas difíciles vuelven a llegar.
Y todo deja de tener respuestas,
y sólo ves un puente que se acerca,
y te dan ganas de flotar.

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