Trocitos

Fue esa sensación. Como si te faltara el aire y de un soplo te desvanecieras, como si una liga, con todo lo vulgar que es una liga, se hubiera partido por la mitad y el tiempo, perfectamente accionado de una liga a otra, de un mecanismo a otro, hubiera decidido dejar de andar. Fue esa sensación, como si estallaras en llanto por dentro, un llanto sin lágrimas, un llanto sin desprecio, como si la coraza finalmente se hubiera roto, con una fractura leve, primero, y, después, recoger del suelo los cachitos de infinito desconsuelo. No espera, no fue lento, sabes que la coraza se quebró sin recelo y lo dejó todo expuesto. Y fue entonces que lo de adentro se esparció sin recato. Que adentro sólo quedó el silencio.
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Había aprendido a mirar sin ver, a parecer atenta sin estarlo. Había aprendido a estar sola aunque aparentara lo contrario. Todo radicaba en la cantidad de palillos que cupieran entre sus párpados. Era real, deseaba hundirse en el sueño profundo, ese que estaba tan hondamente manoseado, el que la llevaría de nuevo a tus brazos, a los tuyos, o a los tuyos, pero morfeo se negaba y se ponía enfrente a ella con su más grande sonrisa, sus ocho cajas de palillos y bufoneaba. Y nuevamente a caminar a un lado de los hipócritas, de los mentirosos, de los cobardes, de los ciegos, de los despreciables. Y nuevamente sentarte frente al televisor. Y morfeo a un lado, revolviéndose en carcajadas, palillos de madera y palomitas de maíz medio quemadas.
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Amar entre tus brazos. Amar escondidos en la cocina, en el baño. Amar sobre tu espalda, con las miradas de los "polis" en la espalda y nosotros andando. Hacia arriba. Paso a paso. Con mis cincuenta y pico kilos en tu espalda. Arre. Arre. Amar con chocolate en el abdomen. En el tuyo, en el mío, en el de ambos. Amar apostando. Amar envueltos en la nube azul de una bombilla. Amar envueltos en estrellas, temblando. Amar de lágrimas. Amar de pasos en la azotea. Amar de pescaditos secos y besos de mar. Amar de abrazos matutinos. Amar de piojito-piojito. Amar de mandarte a la chingada. Amar y extrañar.
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Ni modo de no correr el riesgo. Ni modo que te vas a quedar queriendo. Ni modo que te quedes con la puritita tristeza. Ni modo que vayas a perder. Ni modo que burles a la soberbia. Ni modo que te mantengas con la boca cerrada, los labios secos y el corazón entero. Ni modo que ahora sí te sientas muy chucha y te quedes con el corazón entero.