Eran 30 personalidades.
30 diciéndome.
Tuve que cavilar un plan.
Un día darle gusto a una.
Otro día a la otra.
Así transcurrían 30 jornadas inenarrables.
Terminaba el mes y ansiaba volver a empezar.
Un día una personalidad se quedó en silencio. La pensé en huelga o muerta de asfixia. Era la suicida. No pude hacer nada entonces así que esperé.
Al día siguiente le pregunté a la personalidad correspondiente qué estaba pasando. No reparé en sus reclamos, válidos hasta el tuétano. Era su día.
Debí esperar -paciente- a que llegara el día 30. Y llegó. La personalidad volvió a no aparecer.
Intenté disfrutar las vacaciones. No pude. Me la pasé recordándola.
Hoy en día han transcurrido casi 30 jornadas interminables. Una a una mis personalidades han venido desvaneciéndose.
Sólo un vegetal podría tolerar esto.
1 comentario:
Ya posteaaaaa!!! esto ya es viejo señoritaa!
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