21 de enero de 2008

Ejercicios de aliteración

Te tengo esta noche llena de lágrimas,
te tengo con llanto y balbuceo,
te tengo de frente sin entenderte,
te tengo vomitando maldiciones y patetismos.
Te tengo con todo el licor que has bebido por despecho,
y arrancándote los cabellos,
y culpándote con el cuchillo a punto del cuello.
Te tengo anhelando una noche entera,
un cuaro de paredes oscuras,
los ojos bien abiertos,
retándolo todo.
Te tengo atrapada en la nada
con la boca seca,
ceniza en los ojos,
las piernas dormidas,
te tengo inmóvil y con la mirada fija,
inútil,
retraída,
fantasmal.
Te tengo incrédula y desconfiada,
te tengo también mirando al atardecer,
calcinada y casi enceguecida,
te tengo de piernas cerradas,
de una vida de sátira,
de una gran sonrisa en rojo pintada,
te tengo inflexible,
inexorablemente perdida,
destruida,
cansada
en fuerte hedor transformada.
Te tengo suicidándote uno a otro segundo sin avisos,
sin dramatismos,
sin consciencia,
sonriendo sin reservsa,
haciendo un nudo con los ojos cerrados,
amarrándolo a la viga,
dormida,
atravesando la cabeza
dormida,
perdiendo la respiración
dormida,
oyendo las sirenas,
dormida
sonriendo,
siempre sonriendo.

1 comentario:

°venganza dijo...

Justo entonces recordé que estábamos en ropa interior y sentí vergüenza cuando ellos entraban. Susto entonces, de no saber cómo haría para enterrarte decentemente. Y te odié por morir, porque cuando salimos de ahí dejé la puerta abierta, la que había abierto para que entraran ellos y salieras tú. Y me odié a mi, por pensar en estas banalidades, mientras hace un rato tenías la lengua de fuera como una corbata, como la antitesis de la cuerda que te soportaba, de la que pendías y oscilabas levemente.