3 de septiembre de 2009

Acabo de recordarlo todo (a bonita hora)

Yo tenía una personalidad zorril.

Sí, recuerdo que todo comenzó cuando La Kirvy nos enseñó a conquistar hombres (cabe aclarar que La Kirvy no sabía nada de conquistar hombres). Ella, toda simpática, nos mostraba qué miraditas echar, qué tanto presumir "las bubbies", cómo comenzar el juego de la proxemia, cómo hablar, cómo humedecernos los labios y así, cosas divertidas que nos hacían reír y por las que surgió en el grupito de universitarias la palabra ZORRAS.

En ese entonces nos importaba un comino la misoginia que escondía esa palabra. Sabíamos que usarla era despectivo y que referirnos como tales no era lo más correcto. Pero, siendo como éramos, las más equis, las más irrelevantes, a las que les gustaba pasar desapercibidas, y que creían que pasaban, pues se nos hacía divertido.

Entonces, nuestra vida zorril, solteras como éramos, comenzó con unos besitos. Unos besitos cada ocho días. Sinceramente no recuerdo cada cuánto eran muchachos conocidos y cada cuánto muchachos desconocidos, pero lo cierto es que era divertido. Más aún cuando eran desconocidos.

Así comenzó la vida zorril. Y es que éramos muchachas promedio. Ni tan guapas, ni con tanta autoestima, ni con mil hombres tras ellas. Éramos comuncillas, corrientecillas. Éramos equis.
Obvio, sentir de repente que podíamos cambiar de macho cada ocho días nos elevó el ego, el autoestima y pues nos sentíamos reinas.

Ah, pero para ese entonces resulta que mi corazón estaba roto y, como buena muchacha despechada, mis actividades zorriles se multiplicaron al cubo y me dieron el título de Zorra Número 1.

Es que había tenido un novio al que le fui absolutamente fiel, a él fue al único novio que he tenido al que le he sido absolutamente fiel, y pues luego me enteré de que él no. Que tuvo muchas muchachas aparte de mi. Y que se besuquiiió con una dizque amiga (pienso que no he tenido mucha suerte con las dizque amigas) (menos con los hombres). Total que estaba yo DESPECHADA.

Yes.

Mi corazón me dolía y necesitaba algo que me hiciera sentir chingona. Así que me volví zorra. Y lo que inició en un me besaré con muchos se convirtió en un "A la chingada, pinches hombres son una chingadera. Nunca más tendré un novio, nomás engañan a una".

Y sí.

Nomás engañan a una. Y la hacen chillar. Y la hacen sentir mierdilla.

Tanto trabajo que le cuesta a una subir su pinche autoestima para que cualquier hijo de vecino llegue e "Íngasu" de repente ya valistesss madre...

Nowadays ya no me gusta hacerme llamar zorra. Lo de arrozito es de puritito cariño. Y lo de loquear creo que ya no va conmigo. Aunque quién sabe, una mujer despechada es imprevisible.

Y sí. Me han vuelto a romper el corazoncillo.

Y sí. Acabo de recordarlo todo.

1 comentario:

maika dijo...

sandrinking las mujeres tenemos el error de esperar mucho de lis gueyes. Recuerda lo chico son solo sueños , yo digo que disfrutes el día a día