25 de abril de 2010

Sin título

Hace tiempo que no pasa nada acá. Ni allá. Resulta incongruente ya que se supone que algo debería estar pasando. Siempre. Ya que las manecillas brincan pasito a pasito y no paran. Pero no, nada. Ni acá, ni allá.

Pareciera que todo en blanco. Que grandes manos pintaran las mentes con pinceles de maquillaje o con enormes brochas gordas. Porque las mentes son unas muy pequeñitas. Y otras muy grandes. Pero las hay aún enormes. Y esas quién sabe. Tal vez de tan grandes no las alcanzarían a blanquear.

Pareciera que ni los recuerdos ni las imaginaciones. Ni las voces ni los recados. Ni los corazones que a poco vuelven a palpitar. Pareciera que las letras llegaran sólo para rebotar. Pareciera que los sonidos tan sólo retumbaran y que la cajita se hubiera cerrado con un antiguo candado.

Pareciera que uno se hunde. Que el otro aprende a nadar. Pareciera que habría que aceitar el motor, encender las nubes, cantar en las calles y correr y correr y usar la voz, el grito, el brinco, los sueños y blah. Para que algo pasara acá y allá.

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