26 de julio de 2007

Tú lo dices a tu manera, yo a la mía

Llorar es guardar celosamente el sentimiento, cuidarlo, acariciarlo un par de veces durante el día, alimentarlo - pero sólo un poco, no queremos que sufra sobrepeso -, llevarlo a dormir a sus horas.
Llorar es anidar escalofríos, desplazar carcajadas frías, mimetizar sueños falsos, es escuchar despacio el contenido de cada nota y planear una lágrima para cada nota.
Llorar es dejar el te amo en la punta de la lengua mientras haces el amor. Y seguir haciendo el amor.
Llorar es guardar para ti las dilataciones viscerales. Es lamer la superficie cutánea, masticar los pétalos, destripar las imaginaciones estúpidas.
Llorar es lavarte con antiséptico mientras invades su sueño. Es mirarte al espejo y ver el vacío. -¿Qué hay en el espejo? ¿Ves algo? Yo hace mucho que no veo nada-.
Es oír el no eterno, como canto de sirena, como reloj hipnótico, como insomnio de cuatro noches. Es como entrar en coma profundo y saber que nadie lo sabe.
Llorar es regalarte cada descarga eléctrica cerebral, es un dedo apoyado y otro y otro y el teclado sonando.
Llorar es descargarse en uno mismo. Es asumir que la cobardía nos gana.
Llorar es una historia pálida de muerte. De cuatro mil años embalsamada.
Es un chasco.
Llorar es saber que no pasa nada.

3 comentarios:

Ánuar Zúñiga Naime dijo...

Me gusta, como que estás volviendo a las vías. Jeje, Beso.

Lata dijo...

Me encantó.
:)
Llorar es liberar al alma.

www.latamoderna.ciudaddeblogs.com

A deshoras dijo...

Qué onda, con esa Sandía inspiradora
Muy bueno te quedó el poema
Me gustó
abrazos
Nury