23 de septiembre de 2007

Moteles 1

¿Qué te inspiraba?
Flotaba sobre el jacuzzi. 30 centímetros de altura. Calor acariciando su cuerpo, agua meciéndolo suave, de pronto el mundo podía dejar de ser y todo se derretiría.
Ojos cerrados, tiras de cabello, desnudez ansiosa, tímida, vergonzante pero burbujeante, encendida, como en ebullición.
Un chorro de agua en la cabecera de la bañera cosquilleaba sus dedos, chocaba con sus uñas, resbalaba por los dedos rápidamente, fluía por toda la mano.
¿Qué te inspiraba?
La luz solar entraba por la ventana - con marco de aluminio café -, iluminaba el inhodoro, iluminaba la puerta, iluminaba el agua.
La cabeza metida hasta el fondo, chocando con el piso, obligada a quedarse pegada al suelo.
Agua tapando los oídos, agua entrando por las fosas nasales, agua tapando los pies y dejado al descubierto los dedos de los pies, agua atrapada entre los puños, agua cortando la respiración. Agua ahogángose.
¿Qué te inspiraba?
La mano en el tobillo, arañándo la pierna izquierda, deslizándose en espiral sobre la rodilla, anudando hilos invisibles sobre el muslo. Rasguñándose el cuello.
Agua y piel.
60 centímetros y su cabeza ya no puede mantenerse pegada al suelo.
Agua burbujeante.
Tos.

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