13 de julio de 2008

Anillos vibratorios

La setsualidá es uno de mis puntos débiles. Siempre, siempre, siempre he querido innovar, revolucionar, estar dentro de las vanguardias de lo que se conoce con el término común y muy corriente de "la cópula", "la copulación", "el acoplamiento".
El pedo eran las parejas.
Y es que cuando una anda como pájaro chupamirtos es difícil q haya esa confianza de proponer jueguitos y saciar curiosidades. La sujeta en cuestión va a otra cosa, nomás pa'evitar que le salgan granos y alimentar la vanidá.
Por eso es que yo digo que la monogamia es chira.
Resulta que Dios sí provee y luego de harta búsqueda encontré al hombre - ¡AL HOMBRE! - que además de listo es hartosamente setsualoso. ¡La felicidaaaaad! Tons'ora el de las buenas, ingeniosas, impetuosas y ardorosas ideas es él. Y pos yo feliz.
Yo creí que este fin de semana sería un fin de semana cualquiera, que participaríamos en la sagrada hora de los alimentos y luego nos aprestaríamos a comernos como es costumbre entre nosotros los caníbales y amantes del amor - ya lo dijo Mijares, ya lo dijo Mijares -. Es elemental alimentarnos cuando la oportunidad lo permite. Y este fin de semana no fue un fin de semana cualquiera. El marido tenía un as bajo la manga.
Lo conocen como anillo vibrador, así dice en el empaque. El que compró era TROJAN (ya ven q les dije que ahora soy anticondones públicos y gratuitos, la Universidad es la neta pero los condones del gobierno... diag, sin comentarios).
La curiosidad me obligó a sacar la navaja y abrirlo con manos ansiosas pero inequívocas. Estaba yo a punto de entrar a un mundo muchas veces descrito y otras más imaginado - ¿qué mujer no se había preguntado qué se siente un vibrador antes de aventurarse a adquirirlo y vivir en el maravilloso mundo del zumbido molesto y la felicidad aletargada?
Las dudas y los supuestos llegaban a mi cabeza.
El temor de la decepción.
La tristeza de que la batería se consumiera.
El odio póstumo.
El berrinche.
Y la consiguiente resignación.
Volví al mundo tangible y observé el anillo, el vibrador: es de plástico y harto flexible, en alguna parte de la circunferencia cuenta con un dispositivo, ahí además de guardarse las pilas se enciende y se apaga.
Imaginarán en dónde se coloca y con qué tiene que entrar en contacto. Bueno, yo estuve entretenida vario tiempo - la pila de la cosita tiene una duración de 20 minutos -. Me hacía harta gracia que una chingaderita así provocara el placer, el éxtasis, la convulsión, el espasmo, la exaltación, el clímax, la culminación y blah.
Estuvo chido un rato, mientras fue la novedad. Pero no me hice fan.
Dicen que lo natural siempre es mejor y aunque tampoco me niego a las disciplinas del amor carnal, me quedo con aquello que no funciona con pilas.
Pero bueno, vengan las curiosidades que mejor convengan!

2 comentarios:

Jacka [Killer Queen] dijo...

Coincido con usted estimada. Los mentados anillos son novedad pasajera.

Anónimo dijo...

Ya me dio curiosidad... usted y sus relatos, aunque 20 minutos de pila no entiendo, habrá que ver.

Un Beso Sandy

Karina