16 de junio de 2009

¿Souhaitez vous me rencontrer?

Y entonces descubrió que no era ninfómana, ni que se trataba de sus hormonas o de la cuestión esa de que buscara la imagen paterna. Se acostaba con ellos con la sencillez de un "Buenas noches, mi amor", porque tenía un sueño, tan sólo porque le urgía alcanzar su sueño.

Y entonces se repitió durante todas las noches que no había caído en sus brazos porque él fuera irresistible, o hábil, o la representación misma de la felicidad. No fue eso. Ni junto ni en pedazos. Fue porque ella era fantasiosa. E imaginaba. Y así lo imaginó. Con todo e historia. Desde siempre. Para siempre. En sueños.



El primero fue la imagen misma de la rebeldía; el que, en un mundo descomunal, la hacía reír con sus tonterías. El segundo, la voz de verso que cantó una canción de notas roncas, una que ahora ni siquiera ha de recordar. El tercero era un arrogante con aspiraciones vampíricas, alarde a bocajarro y tendencias homosexuales. El cuarto fue puro éxito, en su whisky en las rocas, en sus ojos verdes, en su andar.



La idea era tenerlos
T
E
N
E
R
L
O
S

No para siempre.

No poseerlos.

B
O
S
Q
U
E
J
A
R
L
O
S

Trazarlos.

Imaginarlos y esperar a que pasara el tiempo

y descubriera...
...
soñando...

Et il me á recontré.
Sans fantasmes.
Avec des rêves.
Avec fantasmes.
Sans des rêves.
Avec des rêves.

El penúltimo fue del que no se quiso enamorar y ese fue el enunciado, la promesa: de él nunca te vas a enamorar.
NUNCA
NUNCA
NUNCA
¡Ya!

¿Del último...?

Del último es del que nunca quiso esperar.
Y del que aún tampoco se ha logrado enamorar.

Ssshhh.

Aún duerme...,
pero
tal vez
ya quiera despertar.

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